martes, 9 de abril de 2013

Ni muertos ni vivos...

Es domingo 24 de marzo y, pienso, es un buen momento, para escribir. Tal vez, esto lo termine cuando haya pasado el fervor de la memoria nunca mas para luego volver, una vez mas.
Hace algunos meses alguien, mientras miraba una foto de Hebe de Bonafini, decía algo así como..."Esta vieja ladrona que bla bla bla...", fué entonces cuando lo interpelé, no desde la posición de un boludo bienpensante con conciencia social orientada a los derechos humanos, sinó desde la distancia adoptada por un hijo de puta al que todo le chupa un huevo, y le dije: "...¿la odias no?..." a lo que este alguien me respondió "...¿Como...vos no la odias...?" lo que me indujo a pensar en la reorientación de la opinión pública respecto de esto que llamamos el tema de la dictadura y que se vió claramente plasmado en aquel "me tienen harto con la dictadura..." vociferado por el periodista mas jugado y transgresor que estas tierras pampeanas le han dado al universo mediatico, a saber,  Jorge "Perseguido por Chavez" Lanata.

Desde el radicalismo se recurre a un argumento cuasi verdadero desde el cual, ciertamente, el gobierno de Raúl Alfonsin, debió lidiar con la corporación militar, esto es las Fuerzas Armadas en tanto actor político con intereses definidos, mientras generaba los resortes políticos necesarios para que se pudiera concretar el famoso Juicio a las Juntas, lo cual implicó una serie de presiones ejercidas desde el poder militar que fueron desde simples planteos hasta alzamientos e intentos de golpe de estado. Fué tal la presión ejercida desde aquel Partido Militar, que se terminó claudicando, Obediencia Debida y Punto Final mediante. No obstante esto, lo que los radicales omiten mencionar es que, en su intento de juzgar a los responsables de la dictadura, obviaron interpelar responsabilidades y complicidades de distintas corporaciones civíles durante el Proceso de Reorganización Nacional.

Dejando de lado valoraciones personales sobre la figura de Hebe de Bonafini, cierto es que los medios que hoy la demonizan, son los mismos que, hace alrededor de quince años, la beatificaban elevandola al pedestal de cuasi heroína de la democracia y, consecuentemente con ello, el mismo colectivo amorfo e inorgánico llamado opinión pública que en aquellos modernosos años noventa la veneraba hoy la desprecia.

En los noventa, habiendose desarticulado la corporación militar , por causas que transitaban lo generacional y lo político, Hebe era presentada (por los medios) ante la pequeñoburguesía bienpensante como una señora a quien pobre, la dictadura militar le había matado el hijo... de similar manera, Estela de Carloto, era una simpática abuela que buscaba a su ñieto, porque la dictadura era eso, los militares que un día se levantaron de mal humor y asaltaron la Casa Rosada, porque sí, y como, ademas, los militares eran malos, entonces se dedicaron a perseguir, secuestrar, torturar y asesinar gente, en ese orden...y sin mas contextualización que esa, sensacionalismo, morbo y rating, mucho rating. Si total las viejas estas solamente puteában a los milícos ¿A quienes podían molestar? ¿A una corporación militar inexistente?

En estos años de populismo, demagogia y hoteles caros pagados con la plata de los jubilados, la interpelación sobre las responsabilidades de la dictadura alcanza a los jefes militares de aquel entonces y, también, a empresarios de traje y corbata. Es decir que, si bién se juzga a los, llamemos, autores materiales directos de una, alguna vez activa corporación militar, hoy desintegrada, también se juzgan autores que, desde las sombras del semi-anonimato corporativo instigaron aquella dictadura civico militar, se tocan intereses, que aún hoy, siguen activos en determinados actores políticos. No dejo de pensar que eso es lo que molesta de El tema de la dictadura, el concepto de dictadura civico militar.
Si todo esto se tratara de Videla y generales octogenarios a nadie le preocuparía no vivir en el pasado, esa misma opinión pública berreta estaría inmersa en la misma masturbación morbosa de la tortura y los vuelos de la muerte. Me dirán desde las madrugadas anti K que a este gobierno no le interesa el jucio y castigo a los culpables de la dictadura, sinó el marqueting pseudo progre que supone cierta retórica "setentista", en tal sentido responderé que los gobiernos se defienden solos.
Es una cuestión de coherencia, juzgar a los responsables de la dictadura implica juzgar a los de uniforme y botas y, también, a los de traje y corbata, de lo contrario...Amnistía para todos.








miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Que Vale mas que el potasio?

Hace mas o menos un año atrás, cuando en el sonido mediatico ambiental se propagaba la paranoia demonizante contra la megaminería, superponiendose retóricamente planos tales como ambientalismo vs saquéo de nuestros recursos, o bien, soberanía vs capitalismo supranacional y aquella superposición de planos argumentales era fogoneada por los medios de mayor alcance y concentración en una coyuntura de franco enfrentamiento con el gobierno nacional, no pude evitar preguntarme lo siguiente...¿Cual hubiera sido, o bien, cual sería, la lectura a ofrecer por esos medios si aquellas empresas mineras, representantes del capitalismo, no gozaran del consentimiento oficial?
Se trataba, en cierta forma, de una pregunta retórica, cuya respuesta era, cuando menos intuída, por mi limitado desempeño intelectual. Hoy por la mañana, al pasar por un quiosco de diarios pude ver en la tapa de Clarín lo que, creí, sería el tema del día, ahí estaba la respuesta retórica a mi retórica pregunta: "Habría 6.800 despidos por la caída del proyecto de la minera brasilera" en alusión a la salida del país de la empresa brasilera Vale, concesionaria de la mina de potasio Rio Colorado. El título es, ante el beneplácito de quienes sostenemos que toda actividad productiva debe estar orientada en función de la creación de empleo, impecable, toda vez que la consecuencia inmediata derivada del desmantelamiento de determinados proyectos de inversión productiva debe relacionarse con una merma significativa en la cantidad de puestos de trabajo y su consecuente impacto social, el cual, dependiendo del encuadre que se le quiera dar al termino ambientalismo, debería ser considerado, también, como un impacto ambiental, de otra manera ese ambientalismo no es mas que un entretenimiento frívolo de pequeñoburgueses culpógenos.
Hace poco menos de un año atrás, tuve la posibilidad de visitar una mina de oro y plata de la empresa canadiense Goldcorp en la provincia de Santa Cruz en la que trabajaban, entre personal directo y subcontratados, cerca de 5.000 personas, esta mina estaba también en su etapa de proyecto, perforación de galerías, construcción de caminos, etc. ¿Cual sería, también, el destino de esas cerca de 5.000 personas si al gobierno de Santa Cruz, en un rapto de populismo nacionalista y demagógico se le ocurriera echar a patadas a esos canadienses imperialistas que se quieren llevar nuestras riquezas...?
 
Partiendo de un análisis profáno, la cuestión minera atraviesa hoy distintos aspectos.
Desde lo estrictamente ecológico, a saber, ¿Cual es el impacto real sin paranoias ni demonizaciones que dicha actividad produce en el medio socio-ambiental? En el caso de la minería aurífera por lixiviación: el impacto  relacionado con el uso de cianuro, en el caso de la extraccion de potasio: la potencial salinizacion de determinados cursos de agua ¿Cual es el rol del estado en tanto contralor de ese impacto y que medidas se toman para minimizar esos riesgos?
Desde lo económico el debate debería empezar a centrarse en la naturaleza misma de la actividad. Si encuadramos a la minería en el orden específico de la extracción de materias primas no puede ser esta considerada una actividad industrial, no obstante, al considerar el valor agregado sujeto a la misma, tal vez sea momento de empezar a reformular aquella decimonónica dicotomía entre producción primaria vs producción industrial o manufacturera. También desde lo económico está el considerar el papel de la minería en tanto soporte, eminentemente, de una industria nacional orientada al mercado interno, toda vez que, de otra manera, esa minería estará dada en función de las necesidades de las potencias industriales de hacerse de materias primas provistas desde la periferia de los países morochos y tercermundistas, profundizando, sin mas, el viejo esquema de pais exportador primario e importador de manufacturas.
Desde el plano de la soberanía, no es posible evadirse de un hecho, los grandes proyectos mineros son ejecutados por empresas extranjeras, las cuales, muchas veces, adquieren grandes extensiones de territorio a los efectos de emplazar sus bases de logística, para dar soporte a la actividad extractiva que desarrollan en la mina propiamente dicha, dependiendo del mineral que se trate, la mina será propiedad del estado y la explotación estará concesionada a una empresa privada, o bien la mina podrá ser propiedad de la misma empresa que la explota. De cualquier manera subyace a esta extranjerización del capital empresario minero las debilidades y falencias de un menos que incipiente capitalismo nacional incapaz de absorber el enorme riesgo financiero propio de la actividad minera y el, hasta ahora, fracaso de las politicas oficiales tendientes a la maduración de un capitalismo nacional eficiente y comprometido con el desarrollo nacional.
 
Finalmente, un capitulo mas que interesante de la historia universal, es el de la guerra civil de los Estados Unidos. En aquella guerra se dirimió algo mas que el abolicionismo o la esclavitud, se dirimió, también, el modelo de país que los Estados Unidos de America debían ser en función de su matriz productiva. En un bando el Norte, ilustrado, liberal, abolicionista y, sobre todo, industrial, en el otro bando el Sur, retrógrado, esclavista y productor de algodón. En aquella guerra se puso de manifiesto, la sustancia misma de la dicotomía entre la dominación o la dependencia ¿Que país querían ser aquellos que hoy llamamos yankies? ¿Una potencia industrial preponderante en el escenario geopolítico y económico global o un paisíto de mierda mas, productor de materias primas y entregado a las variables especulativas del precio de las comodities? Para beneficio del pueblo estadounidense y la grandeza de su patria ganaron quienes debían hacerlo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 




martes, 22 de enero de 2013

El homo corruptus

Es cierto que existe una recurrente clase de energúmenos (muchos de estos conductores de taxis)opinólogos que se sumergen en el abismo argumental del "roba pero hace", frase celebre acuñada durante los años noventa que supone la legitimación de cualquier acto de corrupción ejercido desde el poder estatal mientras séa acompañado por un no tan mal desempeño en eso que llamamos "la gestión". De mas está decir que no resiste el menor análisis y, suponiendo una buena, mejor aún, excelente, gestión gubernamental, en ese caso, nadie le debe nada a ese gobierno ¿Para que, sinó, sirven los gobiernos?
Por otro lado existe también otra clase de energúmenos recurrentes que suponen que toda discusión política debe circunscribirse al denuncialismo efectista de supuestos actos de corrupción.
De alguna manera esas dos clases de energúmenos son la misma clase, toda vez que su "análisis" termina girando al rededor del mismo punto: "La Corrupción". No hay mayor funcionalidad a las peores fisuras del gobierno de turno que una oposición liviana y recurrente a lugares comunes e inclusive simplistas..."lo que pasa es que acá son todos chorros" nos dirá el mas agudo periodista opositor con aires de estar diciendo "...lo que nadie se anima a decir...".
Cierto es también que el recurso mas efectivo para esmerilar la imagen de tal o cual dirigente político es mediante acusaciones de corrupción y muy cierto debe ser, también, que cualquier ciudadano que pretenda ejercer una carrera política debe entender que, tal vez, esa logica denuncialista séa un articulo perverso de las reglas de juego en la política.
Una de las consecuencias mas graves de esa lógica denuncialista y recurrente es la aparición de supuestas alternativas opositoras que ofrecen algo así como la solución mágica de gestionar el statu quo pero sin corrupción para luego, habiendo logrado la representatividad necesaria para ejercer el poder político en tanto nuevo gobierno, encontrarse en ese otro lado del mostrador, siendo interpelados desde la misma lógica denuncialista. Es decir que de alguna manera se retrocede desde un naif statu quo sin corrupción a un statu quo, encima, con corrupción. Y si entendemos al ejercicio del poder político en tanto herramienta de transformación de un supuesto actual estado de cosas, nos movemos desde un roba pero hace hacia un no hace y encima roba. En tal sentido podemos encontrar una experiencia práctica, hace algo mas de diez años, en el gobierno de la Alianza.

En otro orden, no debería ser posible el tratamiento de La cuestión de la corrupción sin atravesar la cuestión de la justicia y, consecuentemente, la independencia de esta respecto del juego de tensiones que se dan entre los otros y distintos espacios de poder. Cierto es que el patrimonio de la presidente fué investigado por peritos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, lo cual debería llevarnos a formular ciertas preguntas que hacen a la calidad institucional que muchas veces se pondera desde la oposición denuncialista ¿el superior tribunal es adicto al gobierno de turno? ¿Como deberían fallar los magistrados a efectos de que no se planteen dudas respecto de su independencia de criterio? ¿Conforme a derecho o conforme a la tapa del diario del día siguiente? ¿Un juez independiente es aquel que falla conforme a las convicciones mas intimas de sus fueros personales o es aquel que falla siempre en contra del gobierno? Son preguntas, ciertamente retóricas, no obstante, a modo de corolario nos cabe como sociedad la autocrítica que supone también el ejercicio de una lógica perversa mediante la cual un juez que falla en favor del gobierno es demonizado como un soldado mas al servicio del poder , mientras que aquel que haga lo contrario será elevado a la categoría de cuasi procer de las instituciones republicanas, "...resista juez de las Carreras, resista que va a ser héroe de la Nación..." dirá  frente a las cámaras algún referente de la oposición denuncialista.





sábado, 5 de enero de 2013

¿Humanismo salvaje?

En esta coyuntura posmoderna de pretensiones iconoclastas es que se hace necesario, tal vez, reformular el rol de las ideologías. Algo así como las remeras del Che Guevara fabricadas por las grandes marcas, las mas ingenuás (y ciertamente hipócritas) teorizaciones de la antipolítica como ideología de la no ideología como un no lugar con una no bandera constituyen un espacio ofrecido a modo de producto de consumo masivo puesto por este engranaje al que llamamos el sistema, a disposición (paradójicamente) de quienes buscan variables antisistema.

La matriz antipolítica de esta posmo-sociedad de consumo, tan influyente sobre los sectores medios, encuentra, ciertamente, su explicación en las falencias y limitaciones de la dirigencia política, no obstante, es consecuente, también, con la deformación del rol del ciudadano, ya no en tanto actor político, sinó en tanto consumidor. En este no lugar con una no bandera no puede haber sinó  no ciudadanos, solo consumidores ¡Tomá Pepsi y haceles Fuckyou a los políticos!

Por caminos parecidos y distintos existe una, ya no tan rara, clase de iconoclastas tardíos que pretenden derribar estatuas que ya fueron derribadas hace largo tiempo para luego ser reemplazadas por otras. Esta  clase de  pretendidos anarquistas, cuenta con desmalezar de toda expresión ideológica el horizonte de la sociedad sosteniendo una retórica desde la cual deberíamos autoexpulsarnos del tren de la modernidad para darnos paso a una existencia aldeana de autogobierno en armonía con los intereses del prójimo y sin estado ni gobierno, ni políticos corruptos y sedientos de poder autorreferencial. Una utopía declamativa de quienes pretenden resolver la contradicción de vivir y disfrutar de los beneficios de la sociedad de consumo a la que pertenecen, aún cuando por mucho la denostan, reciclando botellitas de plástico.

A decir de las ideologías, sería en absoluto carente de sentido una discusión política entre dos individuos, uno que se definiera a si mismo como bonapartista y otro que adoptara una posición de republicano "a lo Robespierre", mientras un tercero intenta abrir el juego diciendose militante en beneplácito de la familia Borbón. ¿Habrá ideologías que son, si se quiere, de coyuntura? ¿O, en todo caso, coyuntural será la discusión inmediata, de corta distancia, Napoleón y su imperio de generales plebeyos, revolución y república burguesa o Luises monarcas?
En lo contemporaneo ¿Tiene sentido hablar de revolución socialista? ¿Somos zurdos hipócritas quienes notamos en el libre mercado grietas por las que caen los mas vulnerables de la sociedad de consumo mientras, como buenos pequeñoburgueses, nos vamos de vacaciones a la costa todos los veranos? Ciertamente, quien escribe, no es un militante trostskista, toma Coca Cola y se va de vacaciones en su auto nuevo, compra ropa, zapatos, tiene su guitita  a saber: consume. La discusión en tal sentido es sobre que capitalismo se está dispuesto a negociar. Entre un capitalismo libremercadista que desplace al estado de sus funciones arbitrales quedando las economías de los países emergentes al compás nefasto de la especulación financiera y, por otro lado, un capitalismo donde el estado esté presente regulando los intereses del mercado y confrontando, de ser necesario, con los mas mezquinos intereses del poder económico, quien escribe, le hace la segunda al segundo. Entre un capitalismo establecido sobre una lógica acumulativa desde la cual quienes mas tienen concentran la riqueza con la esperanza (o el pretexto) de que por rebalse, el excedente de esas ganancias se distribuirá entre quienes menos tienen y, en contraste, otro capitalismo socialmente sustentable donde se distribuya el capital desde la base de la pirámide social haciendose cargo del desafío que implica combinar crecimiento económico con inclusión social, quien escribe, se suscribe, a ese otro capitalismo. En resumen, si el capitalismo es lo que hay, entonces la discusión apunta a administrar el capitalismo, o dejar al capitalismo administrar nuestra endeble democracia.

Finalmente, si lo que queremos es un estado democrático y consideramos que la democracia tiene el potencial de ser  algo mas que una simple formalidad burguesa, muy necesaria será entonces la discusión sobre como administrar ese estado y en esa discusión será donde intervengan las nuestras muchas y distintas ideologías y deben intervenir todas, aún las que menos simpatía nos generen. Cierto es también que no tenemos necesariamente la obligacion de ejercer una militancia activa en un determinado partido político toda vez que nuestras convicciones no asimilen un convencimiento tan efectivo sobre una determinada ideología. Lo que no podemos hacer es inflar el pecho jactandonos de que la política no nos interesa para luego acudir indignados en protesta contra los políticos, sin asimilarnos a nosotros mismos en tanto actores de esta, nuestra, comunidad política.