martes, 22 de enero de 2013

El homo corruptus

Es cierto que existe una recurrente clase de energúmenos (muchos de estos conductores de taxis)opinólogos que se sumergen en el abismo argumental del "roba pero hace", frase celebre acuñada durante los años noventa que supone la legitimación de cualquier acto de corrupción ejercido desde el poder estatal mientras séa acompañado por un no tan mal desempeño en eso que llamamos "la gestión". De mas está decir que no resiste el menor análisis y, suponiendo una buena, mejor aún, excelente, gestión gubernamental, en ese caso, nadie le debe nada a ese gobierno ¿Para que, sinó, sirven los gobiernos?
Por otro lado existe también otra clase de energúmenos recurrentes que suponen que toda discusión política debe circunscribirse al denuncialismo efectista de supuestos actos de corrupción.
De alguna manera esas dos clases de energúmenos son la misma clase, toda vez que su "análisis" termina girando al rededor del mismo punto: "La Corrupción". No hay mayor funcionalidad a las peores fisuras del gobierno de turno que una oposición liviana y recurrente a lugares comunes e inclusive simplistas..."lo que pasa es que acá son todos chorros" nos dirá el mas agudo periodista opositor con aires de estar diciendo "...lo que nadie se anima a decir...".
Cierto es también que el recurso mas efectivo para esmerilar la imagen de tal o cual dirigente político es mediante acusaciones de corrupción y muy cierto debe ser, también, que cualquier ciudadano que pretenda ejercer una carrera política debe entender que, tal vez, esa logica denuncialista séa un articulo perverso de las reglas de juego en la política.
Una de las consecuencias mas graves de esa lógica denuncialista y recurrente es la aparición de supuestas alternativas opositoras que ofrecen algo así como la solución mágica de gestionar el statu quo pero sin corrupción para luego, habiendo logrado la representatividad necesaria para ejercer el poder político en tanto nuevo gobierno, encontrarse en ese otro lado del mostrador, siendo interpelados desde la misma lógica denuncialista. Es decir que de alguna manera se retrocede desde un naif statu quo sin corrupción a un statu quo, encima, con corrupción. Y si entendemos al ejercicio del poder político en tanto herramienta de transformación de un supuesto actual estado de cosas, nos movemos desde un roba pero hace hacia un no hace y encima roba. En tal sentido podemos encontrar una experiencia práctica, hace algo mas de diez años, en el gobierno de la Alianza.

En otro orden, no debería ser posible el tratamiento de La cuestión de la corrupción sin atravesar la cuestión de la justicia y, consecuentemente, la independencia de esta respecto del juego de tensiones que se dan entre los otros y distintos espacios de poder. Cierto es que el patrimonio de la presidente fué investigado por peritos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, lo cual debería llevarnos a formular ciertas preguntas que hacen a la calidad institucional que muchas veces se pondera desde la oposición denuncialista ¿el superior tribunal es adicto al gobierno de turno? ¿Como deberían fallar los magistrados a efectos de que no se planteen dudas respecto de su independencia de criterio? ¿Conforme a derecho o conforme a la tapa del diario del día siguiente? ¿Un juez independiente es aquel que falla conforme a las convicciones mas intimas de sus fueros personales o es aquel que falla siempre en contra del gobierno? Son preguntas, ciertamente retóricas, no obstante, a modo de corolario nos cabe como sociedad la autocrítica que supone también el ejercicio de una lógica perversa mediante la cual un juez que falla en favor del gobierno es demonizado como un soldado mas al servicio del poder , mientras que aquel que haga lo contrario será elevado a la categoría de cuasi procer de las instituciones republicanas, "...resista juez de las Carreras, resista que va a ser héroe de la Nación..." dirá  frente a las cámaras algún referente de la oposición denuncialista.





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